Vaya por delante que el Sevilla vive uno de los mejores periodos de su historia: ha pasado en una década de ser un equipo ascensor a estar entre los cinco grandes de la Liga, ha conquistado títulos, ha disputado en dos ocasiones la Liga de Campeones y sus aficionados han disfrutado de jugadores como Reyes, Baptista, Navas, Kanouté, Alves, Luis Fabiano o Keita. Y que no son un equipo con millones de aficionados ni con una importante tradición de títulos. Por tanto, y aunque ahora convivan el enfado y la decepción por la eliminación, el sentimiento de indignación que ayer mostraron los sevillistas es exagerado. Se darán cuenta cuando vean lo de ayer con perspectiva.
Pese a esa primera reflexión, está claro que no fue la noche más afortunada de Jiménez. Primero, porque el empate a uno de la ida es un resultado que tiene su peligro: un gol del rival, un solo gol, anula toda la ventaja conseguida en la ida. No conviene especular, y eso fue lo que hizo el Sevilla en la primera parte. Y segundo, porque una vez cometido el primer error, no parece que la mejor solución sea colocar a los tres delanteros juntos para mandarles balonazos desde donde sea. Puede funcionar en alguna ocasión, como en el gol de Perotti, pero no es lo más probable.
Merece un capítulo aparte el rival, infravalorado como es costumbre. De su once incial formaban parte del equipo ruso que se enfrentó a España en semifinales de la Eurocopa 4 jugadores: Akinfeev, Anyukov, Berezutski e Ignashevich. El portero y prácticamente toda la defensa menos el lateral izquierdo Shennikov, uno de los más prometedores de Europa por otra parte. Sus bandas en el aspecto ofensivo son para Krasnic, ayer desafortunado pero buen jugador y Mark González, que sabe lo que es el fútbol. Y arriba Necid y Honda, sensación de la primera vuelta de la Eredivisie con el Venlo donde marcó 24 goles en 67 partidos pese a no ser delantero. En el banquillo Dzagoev y Mamaev, otros dos jóvenes talentos. En resumen, el CSKA no es cualquiera. Y más si tenemos en cuenta que en los últimos tres meses se ha dedicado en exclusiva a preparar la eliminatoria. Algo parecido hizo el Olympique de Lyon, con similares resultados. No todo es el talento, el dinero o la historia, el trabajo bien hecho también da frutos.
Pese a esa primera reflexión, está claro que no fue la noche más afortunada de Jiménez. Primero, porque el empate a uno de la ida es un resultado que tiene su peligro: un gol del rival, un solo gol, anula toda la ventaja conseguida en la ida. No conviene especular, y eso fue lo que hizo el Sevilla en la primera parte. Y segundo, porque una vez cometido el primer error, no parece que la mejor solución sea colocar a los tres delanteros juntos para mandarles balonazos desde donde sea. Puede funcionar en alguna ocasión, como en el gol de Perotti, pero no es lo más probable.
Merece un capítulo aparte el rival, infravalorado como es costumbre. De su once incial formaban parte del equipo ruso que se enfrentó a España en semifinales de la Eurocopa 4 jugadores: Akinfeev, Anyukov, Berezutski e Ignashevich. El portero y prácticamente toda la defensa menos el lateral izquierdo Shennikov, uno de los más prometedores de Europa por otra parte. Sus bandas en el aspecto ofensivo son para Krasnic, ayer desafortunado pero buen jugador y Mark González, que sabe lo que es el fútbol. Y arriba Necid y Honda, sensación de la primera vuelta de la Eredivisie con el Venlo donde marcó 24 goles en 67 partidos pese a no ser delantero. En el banquillo Dzagoev y Mamaev, otros dos jóvenes talentos. En resumen, el CSKA no es cualquiera. Y más si tenemos en cuenta que en los últimos tres meses se ha dedicado en exclusiva a preparar la eliminatoria. Algo parecido hizo el Olympique de Lyon, con similares resultados. No todo es el talento, el dinero o la historia, el trabajo bien hecho también da frutos.