sábado, 10 de septiembre de 2011

Indolencia

La actitud de blaugrana recordó etapas negras pretéritas

Al Barça se le puso todo de cara en Anoeta: un arriesgado planteamiento de la Real Sociedad, que adelantaba la línea tanto cuando tocaba como cuando no, se lo puso fácil a los jugadores azulgranas. Bastaban uno o dos desmarques de ruptura de los delanteros y un balón largo de los Xavi, Cesc o Thiago para plantarse solos delante de Claudio Bravo. Así sucedió en los dos goles y así pudo suceder en alguna ocasión más. Con eso bastaba para crear peligro arriba. La buena presión hacía que atrás apenas se sufriese y el partido podía considerarse plácido.
Todo fue así de fácil hasta que los jugadores del Barça fueron conscientes de que con poco les podía bastar para sacar adelante el partido. Y ahí apareció la indolencia, la desidia. Bastaba con mantener el balón con toques poco profundos que ya aparecería la ocasión. La presión se suavizó. Si con poco basta, para qué hacer más. Mientras, la Real espabiló. La actitud del Barcelona facilitó la presión txuri urdin y con el balón los blanquiazules empezaron a hurgar en el punto débil de los barcelonistas: la pareja de centrales. Una pareja compuesta por dos jugadores de similares características, Busquets y Fontás, buenos en la salida balón pero de un perfil muy similar y no precisamente velocistas. Los culés dejaron hacer a los realistas: la ventaja en el marcador era cómoda y, al fin y al cabo, era más probable cazar una contra que un gol local. Las llegadas de la Real no eran extremadamente peligrosas pero sí eran cada vez más frecuentes. Y así hasta que llegó el primer gol de Aguirretxe. En ese momento seguramente las mentes de los jugadores de Guardiola intentaron reaccionar, pero ya era tarde: cualquiera que haya practicado algún deporte sabe que, una vez que mentalmente te sales del partido, es casi imposible volver. Y el Barça, por su indolencia y su exceso de confianza, hacía minutos que estaba fuera del partido. Un despiste brutal de Villa completó el desastre.
Ante esto cabe plantear dos escenarios: el escenario optimista surge de plantear que el revés puede ser positivo si se sacan conclusiones. Es posible que con poco sea suficiente para sacar muchos partidos adelante, pero con esa actitud se corren riesgos innecesarios. Siempre se debe ir a por más, ésa es la lección a aprender. Por el contrario, estaríamos en el escenario pesimista si la indolencia vista en el partido fuese la punta de un iceberg y la muestra de un problema de fondo más importante: una falta de apetito que pueda hacer que se repitan actuaciones como esta en el futuro. Las dos próximas semanas, con encuentros exigentes ante Milan, Osasuna, Valencia o Atlético de Madrid proporcionarán una mejor perspectiva de la realidad blaugrana.