El Barça se encuentra en disposición de hacerse con los dos títulos más importantes en disputa, la Liga y la Liga de Campeones. Lo que no sería lógico decir es que se encuentra en una posición envidiable para conseguirlos:
Va a tener que disputar 9 partidos en 34 días, 7 de Liga y 2 de Liga de Campeones.
Viene de disputar 60 partidos la pasada temporada y ésta va a disputar, como mínimo, 59. Si se tienen en cuenta los partidos de selección, clasificación para el Mundial, Juegos Olímpicos y Copa Confederaciones, hay jugadores del Barcelona que habrán disputado ¡140 partidos! en dos años. Una sucesión inacabable de partidos en los cuales no se podía fallar: no se podía fallar en la Liga pasada, no se puede fallar en esta, no se puede fallar en partidos de eliminatoria y menos en las finales. El desgaste es brutal. No hay margen para el error ni para el descanso: se debe afrontar un examen complicado cada tres días. Y así durante dos años. Y la mayoría superados con nota.
Por si lo anterior fuera poco, o probablemente provocado por lo anterior, destacados jugadores del conjunto azulgrana se encuentran lesionados o saliendo de lesiones.
Keita dijo hace semanas que no veía los partidos del Madrid porque le daba la impresión de que los rivales no se empleaban a fondo. Yo no diría eso, pero sí es cierto que, en Liga, cuando un equipo juega contra el Barça juega a que no le gane, a que el Barça no juegue, un empate es un gran premio. Se amontonan atrás o presionan a muerte arriba. No sucece lo mismo contra el Madrid. Ver los planteamientos del Valencia, del Español o del Atlético contra Madrid y Barça es como ver dos deportes diferentes.
Como las desgracias no vienen solas, el Barça se ve obligado a viajar a Milán en autobús. Once horas de autobús no son lo ideal para recuperarse del esfuerzo ni para preparar un partido. Las posibilidades de lesión muscular en el partido de San Siro serán elevadísimas. Y ya se verá si puede volver en avión. La pregunta es: si en vez del Inter, la semifinal hubiese sido contra el CSKA ¿Habrían tenido que ir a Moscú en autobús?
Pase lo que pase: se haga doblete, se gane un título o no se gane nada, los seguidores del Barça tienen motivos para sentirse más que orgullosos de su equipo. Un equipo que lleva dos años jugando a un nivel muy superior al de cualquier otro equipo en Europa. Un equipo que, gane o pierda, juegue mejor o peor, nunca se va de los partidos, siempre lo da todo y compite a buen nivel. Que está formado por jugadores cuyo nivel de compromiso e identificación con el club está fuera de duda. Un equipo que, aunque no gane nada, ha dado ya muchas noches de alegría a sus aficionados esta misma temporada. Y un equipo que llega a final de temporada luchando por todo: eso es lo que hay que pedir, llegar a mayo con opciones de luchar por los títulos. El barcelonista debe disfrutar de la semifinal de Champions. Aunque últimamente se haya acostumbrado a jugarlas. Estar entre los cuatro que llegan a la fase definitiva es ya motivo de alegría por sí mismo. Que al final se gane o no, puede depender de una sola jugada. Y en una sola jugada puede pasar cualquier cosa.