La actitud del árbitro marca muchas veces la diferencia entre una y otra
Ocurre con frecuencia en partidos que, a priori, se prevén duros o difíciles de arbitrar, como los derbis o partidos con mucho en juego por la zona alta, que el árbitro se marque como objetivo que el partido no se convierta en un carrusel de tarjetas y posibles expulsiones y, para conseguirlo, pone el listón muy alto a la hora de mostrar tajetas. Si un árbitro termina un partido complicado con varias expulsiones alguien alegará que se ha cargado el partido. Por el contrario, si lo termina con todos sobre el campo se dirá que ha sabido sacar adelante un partido complicado.
¿A quién beneficia esta actitud contemplativa? A quien menos intención tiene de tener el balón y, obviamente, a quien más faltas hace. El Barcelona ha sufrido estas actuaciones en su dos últimos desplazamientos ligueros, donde sus rivales han recurrido a frecuentes faltas para frenar las combinaciones culés. En el Bernabéu el Real Madrid realizó 29 faltas por 15 del Barcelona. ¿Balance de tarjetas? Empate a cuatro. En Cornellá también el Español realizó más faltas que el Barcelona, 21 a 16. 4 tarjetas para los barcelonistas, 3 para el Español. En ambos casos han arbitrado colegiados veteranos, Mejuto y Undiano, de ésos que saben "sacar-adelante-los-partidos".
La consigna es clara, en cuanto el Barça logre realizar dos pases seguidos y la jugada se acelere, faltita. Después de la faltita, un pequeño desplazamiento de balón para que no se pueda sacar rápido o protesta por la falta con el mismo objetivo. Que no se juegue. Y cuando por fin se saca alguna tarjeta, se debe insistir al árbitro en que "las-nuestras-son-todas-tarjeta-pero-las-suyas-no" de manera que a la siguiente falta del equipo que quiere jugar el árbitro compense. No son actuaciones arbitrales con errores graves, no hay penalti pitado o sin pitar, un gol en fuera de juego bien o mal anulado, no influye decisivamente en el marcador, pero sí en el juego. No hay polémica. El equipo en cuestión se habrá empleado con agresividad, sí, pero "dentro-de-los-límites-del-reglamento".
Absténganse de poner en práctica este tipo de estrategias equipos modestos en partidos que no sean de máxima rivalidad. En esta misma jornada el Sporting fué a Sevilla, no dio una mala patada y acabó con dos menos. Unos son duros y otros agresivos. ¿Dónde está la diferencia? En la actitud del que pita. Es una constante en los partidos del Barça hacer menos faltas que el rival y acabar con las mismas tarjetas. Un caso paradigmático es el de Piqué: llegó al partido del Bernabeú habiendo hecho 8 faltas en lo que iba de temporada. Resultado: seis amarillas y una roja. Un duro.