Adúriz mezcló política y deporte. Ahora debe decidir: política, o deporte
La noticia deportiva que ha ocupado los telediarios hoy o, mejor dicho, los escasos minutos de telediario que no se dedican a loar al Real Madrid y a anunciar el apocalipsis en Barcelona, es la convocatoria de Pablo Hernández, Bruno, Valero y Adúriz para disputar los dos próximos partidos de la selección española.
La noticia deportiva que ha ocupado los telediarios hoy o, mejor dicho, los escasos minutos de telediario que no se dedican a loar al Real Madrid y a anunciar el apocalipsis en Barcelona, es la convocatoria de Pablo Hernández, Bruno, Valero y Adúriz para disputar los dos próximos partidos de la selección española.
La polémica ha llegado con la convocatoria del último de ellos. Adúriz es un delantero completo, fuerte, capaz de golpear bien el balón con ambas piernas y con unos movimientos más que interesantes. Su trayectoria ha sido en todo momento ascendente: cantera del Athletic, Burgos, Valladolid, Athletic, Mallorca y Valencia. Pocos discuten sus cualidades futbolísticas.
La razón de la polémica está en que Adúriz mostró su adhesión a un manifiesto que pedía la oficialidad de las selecciones vascas y que el nombre de esas selecciones fuese el de Euskal Herría. Los firmantes de dicho manifiesto, Adúriz entre ellos, defendían "el derecho a competir bajo nuestros colores y bajo el sonido de nuestro himno" y mostraban su descontento porque, en ese momento, se veían "obligados a participar en citas deportivas con unos colores que no sentimos, es decir, representando a los estados español y francés".
Esta es la exposición de los hechos. Ante ellos surgen dos preguntas:
1. ¿Ha hecho bien Del Bosque convocando a Adúriz? Pienso que sí. Futbolísticamente presenta méritos objetivos suficientes y administrativamente cumple con los requisitos.
2. ¿Ha de renunciar Adúriz a jugar con la selección española? No seré yo quién diga si sí o si no, sólo el delantero valencianista tiene la respuesta a esa pregunta. Y tiene tres opciones:
a) En caso de renunciar no habra nada que objetar a su comportamiento: tiene unos principios y actúa en función de ellos. Ejemplar.
b) Si opta por aceptar la convocatoria debería dar explicaciones a los aficionados españoles sobre qué quería decir con eso de "unos colores que no sentimos", y a los que promueven la oficialidad de las selecciones vascas debería explicarles por qué reniega ahora de aquello que firmó, se supone, sin coacciones. De no hacerlo, su situación se volverá complicada, ya que no dejará contentos ni a unos ni a otros.
c) Hay una tercera opción. Es enrevesada, pero posible. Consiste en que Adúriz firmase aquel documento por una razón comprensible y legítima: el miedo. Miedo a sentirse rechazado por la parte más violenta de la sociedad donde desarrollaba su vida y su trabajo, a la coacción, a la amenaza. Temor por los suyos. Poco habría que reprocharle si así fue, el miedo humaniza al personaje y la gran mayoría de los aficionados no sólo le comprendería, sino que le apoyaría.
Muchos jugadores han sido criticados por motivos políticos, en la mayoría de los casos sin motivo. Puyol y Xavi, cuando la selección era un motivo de enfrentamiento más que de orgullo, fueron acusados desde el lado, llamemos, españolista, de falta de compromiso por la manera en que se ponían las medias.Pero ambos futbolistas también han sido atacados desde el lado catalanista, argumentando que su compromiso con la selección española, y sus éxitos, no eran propios de buenos catalanes. También Piqué ha sido atacado desde ambos bandos: desde el catalinista, con motivo de unas declaraciones en las que decía que para él era un orgullo que Gasol fuese español, y desde el españolista, argumentando que celebró la Copa del Rey con una estelada.
En los casos anteriores, era la prensa la responsable de mezclar política y deporte, agarrándose a hechos casuales, aislados y poco significativos para crear polémicas artificiales. Pero en el caso de Adúriz la polémica no es artificial, el delantero vasco expresó sus convicciones y ahora debe demostrar si es consecuente con ellas. No tendrá problemas si lo es. Es más, habrá quien lo considere un héroe. Un gudari. Pero si no lo es puede tener problemas. A los totalitarios no les gusta quién les hace frente, pero les gusta aún menos quién les engaña.
@fjaz79
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