La historia futbolística del brasileño Hulk (Givanildo Vieira de Souza, 24 años), uno de los delanteros de moda del fútbol europeo, es cuanto menos curiosa: empezó a formarse como futbolista en el Corinthians Alagoano, un modesto equipo de la ciudad brasileña de Maceió, capital de estado de Alagoas, situado en el noreste de Brasil. Pese a su modestia, por este equipo pasaron también otras estrellas brasileñas que, casualmente o no, también llegaron a ser estrellas del Oporto: Deco y Pepe. Tras pasar sucesivamente por Corinthians, Vilanovense y Sao Paulo, dio el salto al profesionalismo en el Vitoria de Bahía siendo todavía menor de edad. Es más que probable que su representante Teodoro Fonseca, con el que Hulk siempre se ha mostrado muy agradecido, tuviera algo que ver en todos estos movimientos y en los que se producirían a continuación.
Con apenas dieciocho años, y sin haber tenido casi tiempo para destacar en Brasil, se hizo con sus servicios el Kawasaki Frontale de la primera división japonesa. En su primera temporada en Japón disputó solamente una docena de partidos y en las dos siguientes fue cedido al Consodale Sapporo y al Tokio Verdy de la segunda división. En los 80 partidos que jugó en esas dos temporadas marcó más de sesenta goles. Sin embargo, en el Kawasaki siguieron sin contar con él y volvieron a cederle a Tokio Verdy, ya en la primera categoría japonesa, dónde siguió engordando sus cifras goleadoras. Su periplo japonés duró tres años, la mayor parte de los cuales los pasó jugando en la segunda división del país asiático.
Sorprendentemente, y gracias al buen hacer de su representante, en verano de 2008 el nombre de Hulk suena como futurible de los grandes de Portugal y también del Paris Saint Germain. El Oporto, cuya nómina de delanteros en aquel momento estaba compuesta sólo por Lisandro López y el Tecla Farías y que estaba a punto de traspasar a Quaresma al Inter, es el que, tras pagar más de 5 millones de euros por su traspaso se hace finalmente con sus servicios. Sus comienzos en el fútbol luso no fueron fáciles: Lisandro López era el delantero centro titular y Hulk se tuvo que adaptar a jugar en la banda o como segundo punta. Le costó, pero se hizo con un puesto en el once titular, formando delantera con el propio Lisandro. En la tercera plaza de la delantera se alternaban el uruguayo Cristian Rodríguez y el argentino Farías. Sus cifras goleadoras en su primer año en Oporto fueron discretas: 9 goles en 43 partidos. Fue en esa temporada cuando su nombre empieza a ser conocido en España: el Oporto elimina al Atlético de Madrid en los octavos de final de la Liga de Campeones y Hulk, aunque no marca en ninguno de los dos partidos, tiene una actuación destacada.
En el verano de 2009 Lisandro es traspasado al Olympique de Lyon y llega a Oporto procedente de River Plate Radamel Falcao. Pinto da Costa, consciente de que Hulk supondrá una importante fuente de ingresos para el Oporto en el futuro, renueva el contrato del brasileño hasta 2014, subiendo su cláusula de 40 a 100 millones de euros, la más alta de la historia en el fútbol portugués. Hulk comienza mejor la temporada que el año anterior, sus registros goleadores mejoran y en octubre de 2009 Dunga le hace debutar con Brasil. En esa época volvemos a tener noticias de él en España, pues el Oporto se encuentra de nuevo con el Atlético de Madrid, ahora en la liguilla de la Champions. En la ida no marca, pero protagoniza la jugada del primer gol que firma Falcao, y en la vuelta da otro recital en el Calderón firmando el 0-3 con un golazo desde la frontal del área.
Cuando parece definitivamente instalado en la élite, sucede algo inesperado: el 20 de diciembre de 2009 se ve envuelto en una trifulca en el túnel de vestuarios del estadio de La Luz tras un partido de la Liga Sagres contra el Benfica. Es acusado de agredir a un comisario de seguridad, por lo que se le sanciona con seis meses de suspensión. No podría volver a jugar ni la Liga ni la Copa de Portugal en lo que quedaba de temporada. Afortunadamente para él, en marzo se le rebaja la sanción y puede volver a jugar en el tramo final de la temporada, pero ese parón de tres meses y el mal final de temporada del Oporto le cuesta el Mundial y, probablemente, aborta un traspaso a un grande del fútbol europeo.
Esta temporada está siendo la de la explosión definitiva de Hulk: lleva diez goles en diez partidos de Liga, ha sido la estrella indiscutible del histórico 5-0 del Oporto al Benfica y ha sido nombrado mejor jugador de la Liga Sagres en septiembre y en octubre. No nos equivocaremos si apostamos a que el año que viene jugará en un grande europeo. Pinto da Costa ya se frota las manos.
Pero si extraño ha sido el camino recorrido por Hulk para llegar a la élite no lo ha sido menos el de su actual entrenador: André Villas Boas. Perteneciente a una familia de nobles portugueses, hijo de un portugués y una inglesa, cuando era un adolescente dominaba el inglés y el fútbol era su pasión. Su familia residía cerca del lugar donde tenía su domicilio Bobby Robson en su época de entranador del Oporto y André, con diecisiete años, se puso en contacto con el inglés para mostrarle su opinión acerca del delantero Domingos Paciencia (hoy técnico del Sporting de Braga). Robson quedó encantado con sus consejos y le recomendó hacer el curso de entrenador. En ese momento la vida de André Villas Boas cambió radicalmente: en vez de matricularse en la universidad para hacer una carrera relacionada con las letras, su plan inicial, decidió seguir los consejos del inglés. En Portugal no podía hacer el curso de entrenadores pues no había cumplido la mayoría de edad. En Inglaterra tampoco podía, pero Robson tiró de contactos y Villas Boas pudo hacer el curso de entrenador en la escuela inglesa de entrenadores de Lilleshall. Cumplido el trámite burocrático entró a formar parte del equipo de colaboradores de Robson, para el que empezó a hacer informes técnicos sobre los rivales, y a entrenar a equipos de las categorías inferiores del Oporto. Allí conoció a otro hombre clave en su carrera: José Mourinho. Posteriormente Villas Boas completó su formación con otro curso de formación en Escocia y se hizo con las licencias C, B y A de la UEFA.
Gracias a sus contactos británicos, en el año 2000 es nombrado director de desarrollo de jóvenes promesas de la selección de las Islas Vírgenes y entrenador del equipo nacional caribeño. Dura menos de un año en el cargo y es despedido por sus malos resultados, volviendo a trabajar en las categorías inferiores del Oporto. Cuando Mourinho llega al Oporto, recluta a Villas Boas para que realice el scouting de los rivales y de las posibles incorporaciones. Su labor no se limitaba a ver vídeos y sacar conclusiones: aprovechaba su anonimato para presentarse en los entrenamientos de los rivales, llegando a ver hasta cuatro y cinco entrenamientos semanales y pasándole luego la información a Mourinho.
El hoy entrenador del Real Madrid valora tanto su labor que se lo lleva con él a Londres, llegando a decir entonces de Villas Boas en el diario The Independent que “él es mis ojos y mis oídos”.
Cuando Mourinho es contratado por el Inter de Milán se lleva a Italia a su equipo habitual de trabajo, Villas Boas entre ellos. El actual entrenador del Oporto realiza una labor similar a la que venía haciendo en el Chelsea y la relación entre ambos es fluida hasta el mes de abril de 2009. Villas Boas le dice entonces a Mourinho que quiere dejar de ser un colaborador más para pasar a ser su adjunto. “The especial one” no se toma bien la propuesta, ficha a José Morais para que se haga cargo de las funciones de Villas Boas y relega a éste al ostracismo. La relación entre ambos se enquista y Mou quiere deshacerse entonces de Villas Boas. Algunos medios portugueses señalan que Mourinho llegó a filtrar que, en realidad, Villas Boas “sólo daba forma a la información, porque donde era realmente bueno era en la parte informática”. El problema para Mourinho es que el contrato de Villas Boas le vinculaba al Inter durante tres años más, de manera que tiene que seguir conviviendo con él en el club hasta que, en octubre de 2009, el Académica de Coimbra, por entonces último en la liga portuguesa, realiza una oferta a Villas Boas para que sea su primer entrenador. Éste llega a un acuerdo con el Inter y rompe su contrato cobrando un solo año de indemnización. Su debut como primer entrenador se produce, curiosamente, en Oporto, donde el Académica cae derrotado por 3-2 ante su equipo actual, en un partido que dicen las crónicas que estuvo marcado por un polémico arbitraje.
Logra salvar con comodidad al Académica de Coimbra, al que clasifica décimo primero y su nombre suena como futurible del Sporting de Lisboa. Se llega a publicar incluso que tiene un acuerdo con el equipo de la capital lo que es calificado por Villas Boas como “una payasada”. Cuentan los medios portugueses que los directivos del Sporting se sienten ofendidos por esas declaraciones y se echan atrás en su decisión de contratar a Villas Boas.
En esa misma época, en la primavera de 2010, el Oporto pasa por un periodo difícil tras sufrir una de las derrotas más dolorosas de su historia, al caer por 5-0 ante el Arsenal y perder posteriormente todas sus opciones de ganar la Liga. Pinto da Costa toma la decisión de contratar un nuevo entrenador para la temporada 2010-11 que sustituya a Jesualdo Ferreira. Suenan dos nombres: uno de prestigio y totalmente contrastado como Luiz Felipe Scolari y el otro una apuesta fuerte, André Villas Boas. De esta forma, y en medio de grandes dudas por parte de los aficionados, Villas Boas se convierte en el entrenador más joven de la historia del Oporto.
En ese momento las comparaciones con Mourinho son inevitables: hay quién dice que es un clon del ya entrenador del Real Madrid. Otros, no pocos, dicen que es un mal clon. Villas Boas se desmarca de esta comparación afirmando que, si de alguien se puede considerar un clon, es de Bobby Robson, pero nunca de Mourinho. “No tenemos el mismo carácter ni la misma personalidad. Tenemos formas diferentes de comunicar y trabajar”, afirma. Mourinho no se queda atrás y compara la experiencia que él había acumulado en el Benfica y en el Uniao de Leiria antes de entrenar al Oporto con el escaso bagaje de Villas Boas, que contesta al ya campeón de Europa que su opinión vale para él lo mismo que la de cualquier otro. No contento con eso, no se arredra y multiplica su apuesta afirmando sobre sí mismo y su situación que “un entrenador de 33 años que no gane la Liga con el Oporto el primer año debe darse la vuelta e irse a otro lado”.
Hoy el Oporto es líder destacado de la Liga portuguesa con una ventaja sideral sobre sus perseguidores, sólo ha cedido dos puntos en las diez primeras jornadas de liga (Mourinho en el mismo periodo se dejó seis en su primera temporada con el equipo blanquiazul) y ha conseguido la mayor victoria de su historia contra el Benfica. Además, es líder de su grupo en la Europa League y ya está clasificado para la segunda fase. Todo esto lo ha conseguido Villas Boas con un equipo, a priori, más débil que el del año pasado: Bruno Alves se marchó al Zenit y Meirelles al Liverpool. Aunque se realizaron seis fichajes, de ellos solamente Moutinho es titular habitualmente. Jugadores secundarios como Maicon, Belluschi o Sapunaru son ahora jugadores clave y las estrellas, como Hulk o Falcao, se están convirtiendo en superestrellas. Lo mismo que sucedía en el Oporto de Mou: otra similitud más. A Villas Boas le molestan las comparaciones pero, en este caso, son inevitables.