sábado, 18 de diciembre de 2010

24 años de descrédito

Desde la llegada de Jesús Gil en el 87 el Atlético ha vivido la peor etapa de su historia

El 26 de junio de 1987 Jesús Gil y Gil ganó la elecciones al presidencia del Atlético de Madrid, convocadas tras la muerte de Vicente Calderón en marzo de ese mismo año. El palmarés del equipo rojiblanco contaba por aquel entonces con 8 Ligas, 6 Copas del Rey, una Recopa de Europa y una Intercontinental. Desde entonces ha ganado 1 Liga, 3 Copas, una Uefa Europa League y una Supercopa de Europa. Vistos solamente esos números, podría pensarse que la línea seguida por el Atlético en estos últimos 24 años ha estado en consonancia con los 84 años anteriores de su historia. Pero este sería un caso más en el que una estadística sesgada nos llevase a formular conclusiones equivocadas.
Porque en estos años las sombras vividas por los aficionados colchoneros han superado con creces a las luces. Hay datos que lo corroboran:
- durante estos últimos 24 años, el Atlético ha superado su peor racha histórica de tiempo sin conseguir un título. El anterior récord negativo quedó establecido entre los años 1929 y 1940. La nueva marca ha quedado fijada en 14 años, superando por tres a la anterior: desde 1996 hasta 2010.
- entre los años 2000 y 2002 el Atlético jugó en 2º división, hecho que no sucedía desde hacía casi 70 años
- en estos 24 años el Atlético de Madrid ha vivido más de 40 cambios de entrenador, más de los que había vivido en los 84 años anteriores y muchos más que cualquier otro equipo español en este mismo periodo. Por el banquillo rojiblanco han pasado nombres como José luis Romero, Pastoriza, Pepe Murcia, Bianchi, Ferrando, Marcos Alonso, Zambrano o Maturana. Sólo Luis Aragones, Antic, Aguirre y Quique Sánchez Flores lograron permanecer en el banquillo rojiblanco durante más de una temporada completa.
- el equipo rojiblanco lleva 11 años y 18 derbis consecutivos sin lograr vencer al Real Madrid
- en estos años han pasado por el Atlético jugadores como Kosecki, Andrei Frascarelli, Celso Ayala, Costinha, Dobrowolski, Emerson, Fabiano Eller, Fagiani, Gronkjaer, Hugo Leal, Iván Rocha, Pedro, Armando, Parra, Javi Moreno, Juan Gómez, Juanchi Glez., Lukic, Maguy, Moacir, Musampa, Nagore, Nikolaidis, Nimny, Njegus, Novo, el Pollo Olivera, Paulino, Pernía, Pilipauskas, Richard Núñez, Rodax, Seitaridis, Sinama, el Pato Sosa, Mario Tilico, Tomic, Torrisi, el Tren Valencia, Venturin, José Luis Villarreal, Yankov, Cléber Santana, Juanito y alguno más que ni tan siquiera los propios aficionados rojiblancos recordarán.
- el Atlético de Madrid antes de 1987 era un equipo que temporada tras temporada se clasificaba entre los 5 primeros de la liga. Desde 1996, año del doblete, el Atlético ha sido dos veces 4º, una vez 5º, tres veces 7º, una vez 9º, otra 10º, otra 11º, otra 12º, otra 13º y 19º el año del descenso. Además, jugó dos años en segunda.
Todos estos datos han contribuido a una lenta pero continua merma del prestigio deportivo del equipo rojiblanco. A la llegada de Gil, pese a que el Athletic de Bilbao presentaba un mejor palmarés, el Atlético era considerado el tercer equipo de España por afición, presupuesto y resultados, a no mucha distancia del FCBarcelona, que sólo sumaba dos Ligas más que los rojiblancos (10 frente a 8). La presencia atlética en los medios de comunicación era, por entonces, sólo ligeramente inferior a la de Real Madrid o Barcelona. Jesús Gil acertó al diagnosticar que los medios de comunicación estaban poco a poco girando todos sus focos hacia el Real Madrid y también, aunque en menor medida, hacia el FCBarcelona, y que eso haría que las diferencias económicas entre los dos grandes y el resto se incrementasen de manera exponencial. Sin embargo, aunque acertó en el diagnóstico, no lo hizo con el tratamiento.
A la pérdida de prestigio deportivo se han sumado los continuos escándalos económicos y financieros protagonizados por los dirigentes rojiblancos, la mezcla de sus intereses privados con los intereses deportivos del club del cuál son rectores, la turbia transformación del equipo en Sociedad Anónima, las opacas operaciones urbanísticas relacionadas con el estadio Vicente Calderón que concluirán con la mudanza rojiblanca la Estadio Olímpico (sic) de Madrid, las ventas de jugadores titulares sin disponer de sustitutos de garantía para los mismos y las adquisiciones de jugadores teóricamente contrastados que no dan el rendimiento que se espera de ellos. Todo esto ha provocado que poco a poco el grado de identificación de los seguidores rojiblancos con su equipo se haya resentido en estos últimos años. Por supuesto, siguen a su equipo y desean que gane, pero la mayor parte del tiempo permanecen en estado latente, sin apenas manifestarse. Fuera de Madrid fue curioso comprobar como en el pasado mes de mayo en muchas cafeterías, oficinas, colegios etc. de España se descubrieron aficionados atléticos, de los cuáles nadie sabía que lo eran: llevaban años esperando poder mostrar con orgullo cuáles eran sus colores, pero la falta de motivos proporcionados por su equipo y la avalancha mediática favorable a otros equipos les dificultaba dar el paso.
Tras las derrotas o fracasos rojiblancos la indignación llega a los foros, a twitter y a algún que otro blog, pero nunca a los grandes medios: en parte porque cada vez es menos sorprendente y en parte porque les da igual. Lo suyo es vender madridismo. El último ejemplo es reciente: la eliminación en la Europa League, en un grupo en el que estaban el Bayer Leverkusen, el Rosenborg noruego y el Aris de Salónica. Al día siguiente el espacio que se le dedicaba a esa eliminación en las portadas de los periódicos deportivos editados en Madrid era de apenas 10 centímetros cuadrados y los artículos realmente críticos se podían contar con los dedos de una mano. Ocupaban más espacio el posible fichaje de Rakitic o Mourinho vestido de astronauta. Hoy QSF calificael año de muy bueno: su equipo es sexto y está eliminado de Europa.
La realidad rojiblanca es una espiral negativa en la que todos colaboran: el equipo fracasa, entrenador y los jugadores buscan excusas, los medios lo justifican y buscan nombres con los que entretener a los atléticos, la afición es anestesiada y se resigna para no pasarlo aún peor y en cuanto hay un resultado aceptable se corre un tupido velo sobre todo lo anterior. ¿Y la directiva? Ahí sigue, 24 años después.