En el ámbito de la psicología se define la proyección como un mecanismo de defensa a través del cual el individuo se enfrenta a conflictos emocionales y amenazas de origen interno o externo atribuyendo incorrectamente a los demás, sentimientos, impulsos o pensamientos propios, que le resultan inaceptables o que le generan negación. Es en palabras llanas, la proyección consiste en acusar a los demás de tener defectos que no sólo no tienen, sino que además son defectos propios de quién acusa. Para entender mejor en qué consiste veremos dos ejemplos.
Pep Guardiola es acusado con frecuencia de que su actitud, correcta y respetuosa en el 99,9 % de los casos, no es más que una pose y que dentro de él hay un ser autoritario y pedante, que se cree por encima del resto del universo, egoísta, altivo y que odia todo lo que no sea él y su entorno. En definitiva, un personaje que bajo una apariencia moderada y culta esconde un fanático radical.
Uno de los que hace esa acusación es el director del diario As, Alfredo Relaño, persona a la que con frecuencia se tiene por moderado, correcto y culto y que en el fondo, no es más que un radical empeñado en hacer todo lo posible por que su equipo, y el equipo de cuyo resultados dependen las ventas de su periódica, gane. Y para que esto sucede hace todo por desestabilizar al máximo rival, inventando todo tipo de absurdas conspiraciones si hace falta. Él sabe que en su día estaba considerado como un periodista de prestigio (a él debemos grandes programas como El Día Después y fue el padre de los prestigiosos deportes de Canal +) y en el fondo no está orgulloso de aquello en lo que se ha convertido, por lo que proyecta en Guardiola sus propias vergüenzas.
Eduardo Inda, en cambio, no responde a la definición de correcto, respetuoso ni mucho menos de culto pero, a su manera, también proyecta debilidades propias en Guardiola. En su famosa carta abierta a Guardiola del pasado mes de febrero acusaba al técnico catalán de divino, de inseguro, de engolado, y de demagogo, entre otras cosas. Él, Eduardo Inda, es el que se cree por encima del resto de la humanidad por haber llegado un cargo con el que jamás podía haber soñado. Además, es consciente de que si está ahí es porque le sostiene Pedro J., que cualquier día se aburrirá de él como se aburrió por ejemplo de Melchor Miralles, y volverá a ser un don nadie. Eso le provoca inseguridad. Que Eduardo Inda es además engolado y demagogo no hace falta explicarlo, porque lo evidente no requiere ser demostrado.
También acusó Inda a Guardiola de ponerle en la diana utilizando tácticas nazis, cuando Guardiola dijo que expresiones como “parar a Messi por lo civil o por lo criminal”, utilizadas por Inda, terminarían provocando una lesión del argentino. ¡Inda acusando a alguien de poner en práctica tácticas nazis! Él, que deshumanizó y organizó todo tipo de campañas contra Pellegrini hasta que consiguió cargárselo. Él, que utiliza la portada de su periódico para poner en el ojo de huracán a árbitros o jugadores cuando le viene en gana.
Finalmente, cada cierto tiempo Inda saca a relucir su palabra favorita: el canguelo, con la que quiere reflejar un supuesto miedo al Real Madrid por parte del FCBarcelona debido a no se sabe que extraños motivos y con la que pretende desestabilizar al Barça y su entorno. Con poco éxito, también es cierto. No es más que otro mecanismo de proyección: miedo es el que tiene él a que los éxitos del Barça se prolonguen en el tiempo y todos sus esfuerzos caigan en saco rato.
Y para que los éxitos culés no se prolonguen, ambos, Inda y Relaño, quieren cargarse a la pieza clave. A Guardiola. ¿Cómo hacerlo? Haciéndole vivir un ambiente tan irrespirable que al final a Guardiola le compense más quedarse en casa que estar luchando día a día. Vertiendo sobre el catalán acusaciones absurdas como que es capaz de cambiar la hora de un partido y poner a la opinión pública en su contra utilizando para ello unos caracteres tipográficos de un tamaño nunca visto antes en sus páginas web, ni siquiera cuando España ganó el Mundial. Guardiola está resignado a que va a seguir teniendo que convivir con estas campañas pero también sabe que tienen una vertiente muy positiva: sus jugadores se motivan ante estas agresiones externas y el barcelonismo está más unido que nunca. Y mientras estas circunstancias se den, hay Barça para rato.