Reacción del Atlético a la carta de Helena: explicaciones, excusas, cambios de opinión y algo de desfachatez
Esta mañana me llamaron del área social del Atleti para aclarar la carta que anda pululando por varios medios estos días. Aclarar, lo que se dice aclarar, no me han aclarado nada pero algo parecido a una explicación me han dado.
Paso a narrar la conversación del modo que ha transcurrido: “vamos por partes con tu carta, Helena”.
En primer lugar, por qué me quitan la pancarta. Me lee el punto de la ley del deporte que dice que: “queda prohibido introducir, exhibir o elaborar pancartas, banderas, símbolos u otras señales con mensajes que inciten a la violencia o en cuya virtud una persona o grupo de ellas sea amenazada, insultada o vejada por razón de su origen racial o étnico, su religión o convicciones, su discapacidad, edad, sexo o la orientación sexual.”
Respondo que ya conozco este punto, que lo conocía cuando metí la pancarta, cuando la colgué y cuando me la quitaron. No me invento nada, me dice que incito a la violencia porque el señor que esté sentado al lado puede ser hermano o primo de Cerezo o que le guste su gestión (curioso porque sólo recibí aplausos) y que además es una vejación a su persona. Yo me pregunto ¿a su orientación sexual? ¿a su religión? ¿Su raza? ¿Sus convicciones? Lo único que se me ocurre es que lo considere una vejación porque ponga en duda su capacidad para ser un ciudadano decente y honrado.
Seguidamente me dice: ¿si ves un cartel con la cara tachada de Perea, qué piensas? Que es muy malo el pobre, respondo.
Así que concluye él este punto diciendo que es “una cuestión de interpretaciones”. Claro, y ante dos interpretaciones diferentes ellos ejercen de juez y parte, ellos deciden y ellos imponen, por la fuerza si es necesario (y si no lo es también).
De pronto me encuentro con que me está diciendo que yo sabré lo que hago si decido por mi cuenta denunciar a una entidad como el Atlético de Madrid. Le ha faltado decirme: ¡te vamos a machacar! o ¡no sabe usted con quién está hablando!
Aclarado ésto, resumo el resto de la conversación: al parecer puedo ir a por mi pancarta cuando quiera sin pagar multa, si quiero puedo poner una reclamación pues sí hay hojas de reclamaciones pero cuando los partidos han finalizado ya no las dan. El caso es que yo fui cuando aún quedaban 15 minutos para que terminara pero eso creo que no lo oía por muchas veces que yo se lo repetí, se había puesto en modo “escucha selectiva” hacía un rato. También me da la posibilidad de que nos demos un apretón de manos.
Respecto al trato del personal de seguridad (las mentiras, las amenazas o la falta de respeto) creo que les van a dar unos azotitos para que se porten mejor con el personal pero que es normal que se pusieran nerviosos con la grada increpándoles. Qué poco comprensiva soy.
Podemos meter pancartas pero que no inciten a la violencia y la mía lo hacía, así que desde aquí animo a todos a llevar pancartas con lemas como “justicia”, “democracia”, etc. O quizá eso tampoco: conociendo sus antecedentes judiciales, es probable que también interpretasen esas palabras como una ofensa personal.
20 minutos hablando y me he quedado como estaba. Con más ganas de que esto se sepa y con más ganas de pelear. Pelear no es violento en ese contexto ¿no?
Esta mañana me llamaron del área social del Atleti para aclarar la carta que anda pululando por varios medios estos días. Aclarar, lo que se dice aclarar, no me han aclarado nada pero algo parecido a una explicación me han dado.
Paso a narrar la conversación del modo que ha transcurrido: “vamos por partes con tu carta, Helena”.
En primer lugar, por qué me quitan la pancarta. Me lee el punto de la ley del deporte que dice que: “queda prohibido introducir, exhibir o elaborar pancartas, banderas, símbolos u otras señales con mensajes que inciten a la violencia o en cuya virtud una persona o grupo de ellas sea amenazada, insultada o vejada por razón de su origen racial o étnico, su religión o convicciones, su discapacidad, edad, sexo o la orientación sexual.”
Respondo que ya conozco este punto, que lo conocía cuando metí la pancarta, cuando la colgué y cuando me la quitaron. No me invento nada, me dice que incito a la violencia porque el señor que esté sentado al lado puede ser hermano o primo de Cerezo o que le guste su gestión (curioso porque sólo recibí aplausos) y que además es una vejación a su persona. Yo me pregunto ¿a su orientación sexual? ¿a su religión? ¿Su raza? ¿Sus convicciones? Lo único que se me ocurre es que lo considere una vejación porque ponga en duda su capacidad para ser un ciudadano decente y honrado.
Seguidamente me dice: ¿si ves un cartel con la cara tachada de Perea, qué piensas? Que es muy malo el pobre, respondo.
Así que concluye él este punto diciendo que es “una cuestión de interpretaciones”. Claro, y ante dos interpretaciones diferentes ellos ejercen de juez y parte, ellos deciden y ellos imponen, por la fuerza si es necesario (y si no lo es también).
De pronto me encuentro con que me está diciendo que yo sabré lo que hago si decido por mi cuenta denunciar a una entidad como el Atlético de Madrid. Le ha faltado decirme: ¡te vamos a machacar! o ¡no sabe usted con quién está hablando!
Aclarado ésto, resumo el resto de la conversación: al parecer puedo ir a por mi pancarta cuando quiera sin pagar multa, si quiero puedo poner una reclamación pues sí hay hojas de reclamaciones pero cuando los partidos han finalizado ya no las dan. El caso es que yo fui cuando aún quedaban 15 minutos para que terminara pero eso creo que no lo oía por muchas veces que yo se lo repetí, se había puesto en modo “escucha selectiva” hacía un rato. También me da la posibilidad de que nos demos un apretón de manos.
Respecto al trato del personal de seguridad (las mentiras, las amenazas o la falta de respeto) creo que les van a dar unos azotitos para que se porten mejor con el personal pero que es normal que se pusieran nerviosos con la grada increpándoles. Qué poco comprensiva soy.
Podemos meter pancartas pero que no inciten a la violencia y la mía lo hacía, así que desde aquí animo a todos a llevar pancartas con lemas como “justicia”, “democracia”, etc. O quizá eso tampoco: conociendo sus antecedentes judiciales, es probable que también interpretasen esas palabras como una ofensa personal.
20 minutos hablando y me he quedado como estaba. Con más ganas de que esto se sepa y con más ganas de pelear. Pelear no es violento en ese contexto ¿no?