martes, 1 de febrero de 2011

El problema de fondo

CR: “Da igual si no juegas a nada siempre que ganes”

Son muchas las teorías formuladas acerca de las claves del éxito y del buen juego, sostenido y perfeccionado durante ya casi tres años, del Barcelona de Guardiola. De manera casi obvia, la mayoría coincide en formular dos causas como pilares principales del éxito: la calidad de los futbolistas y su actitud sobre el campo. Sin embargo, existe una causa que es condición necesaria para alcanzar ese nivel de excelencia en el juego: puede parecer trivial pero, para jugar bien, lo primero es querer jugar bien.
A primera vista es entendible que la anterior afirmación suene ridícula, pero no lo es tanto. Démosle la vuelta: si no quieres jugar bien, no vas a jugar bien. O mejor, modifiquémosla ligeramente: si piensas que jugar bien no es útil, e incluso desprecias el buen juego, de ninguna manera lograrás jugar bien. Vale, es lógico pero, ¿existe alguien que desprecie el buen juego? 
Cristiano Ronaldo respondió así en Pamplona a un periodista que le pidió explicaciones sobre el mal juego del Real Madrid en Pamplona: "Si hubiéramos ganado no me preguntarían por el juego. Da igual si no juegas a nada siempre que ganes. El fútbol depende de los resultados". Ojo a la frase: “Da igual si no juegas a nada siempre que ganes”. ¿Cómo vas a jugar bien si piensas que el buen juego no sirve de nada? ¿Cómo vas a jugar bien si crees que puedes obtener buenos resultados sin hacerlo? Pero el razonamiento va más allá: en fútbol, como en cualquier otro deporte, se gana o se pierde, pero en los entrenamientos lo  único que puedes intentar mejorar es tu juego, evolucionarlo, corregir errores para ser mejor. Lo que entrenas es el juego, el resultado no se puede entrenar, es una consecuencia del juego. No sólo del juego, de acuerdo, también influyen otros factores: la suerte, el acierto, una decisión arbitral, un error o un acierto individual... Pero ninguno de ellos se puede entrenar. 
No sería justo, sin embargo, personalizar en el crack portugués. Una gran parte del madridismo ha hecho suya esa terrible frase en los últimos tiempos: “Da igual si no juegas a nada siempre que ganes”. Habría que analizar las causas por las que el han abrazado ese absurdo lema. Para mí la explicación a este fenómeno es muy propia de la condición humana: rechazo a todo lo que proviene del rival. Si mi eterno rival es el máximo exponente, junto con la selección española, de un determinado modelo de juego, entonces yo no me siento identificado con esa forma de jugar. Es más, la desprecio profundamente, llegando a decir de ella que es incluso aburrida. Cómo el niño que desprecia el deporte porque se ve más torpe que sus compañeros o el que abomina de la música porque es incapaz de sacar tres notas seguidas de una flauta.
Pero el que su reacción sea humana no impide que sea incorrecta. Mientras el Real Madrid no asuma que el juego es el cimiento básico de los buenos resultados, difícilmente volverá a ser una referencia. Si podrá, puntualmente, obtener éxitos: cuenta con más dinero que nadie para conseguirlo y su carácter le hace ser siempre competitivo, pero esto sólo le alcanzará para obtener éxitos esporádicos, puede que incluso grandes éxitos, pero esto no le dará para poder prolongarlos en el tiempo ni recuperar el reconocimiento que en otras épocas llegó a tener.